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¿Vale la pena?

Quieres entrañablemente a tu pequeño, pero a veces te preguntas: «¿Qué fue de mis sueños y de la carrera que tenía pensado seguir? ¿Qué fue de mi vida? Aquí estoy trabajando día y noche, dando de comer al bebé, lavando pilas y pilas de ropa, haciendo compras, limpiando, procurando que sea feliz y haciéndolo sentirse querido. ¿Acabará alguna vez todo este trajín?»
Cuando te sientas agobiada, pasa unos momentos a solas conmigo, aunque no sea más que un minuto. Ve a la ventana, toma una profunda bocanada de aire puro y pídeme que te ayude a ver las cosas objetivamente. Luego observa a tu pequeño. ¡Qué alegría te causa! ¡Qué privilegio poder decir que ese cascabel lleno de amor y energías es tuyo! Cuando te echa los brazos al cuello y te dice: «¡Te quiero, mami!», te das cuenta de que toda tu labor vale la pena. No cambiarías eso ni por todo el mundo, ¿verdad? Yo sabía que era así.
Cuando los chicos se meten en líos
Comprendo el quebranto de los padres cuyos hijos tropiezan, se descarrían, se juntan con malas compañías o toman otras decisiones erróneas. Entiendo la angustia que les provoca el querer ayudarlos y guiarlos y sentirse desairados. Lo entiendo porque a Mí me pasa lo mismo cuando veo a muchos de Mis hijos descarriarse y ocasionarse a sí mismos y a los demás dificultades y sufrimientos innecesarios.
He oído tus plegarias por tus hijos. Al igual que tú, Yo siempre los voy a querer y nunca los voy a abandonar. No dejes de orar por ellos. Confíamelos. Les hablaré al corazón en un tono en el que tú nunca podrías. Manifiéstales amor pero no trates de sobrellevar por tu cuenta la carga de sus contrariedades. Encomiéndamela a Mí. Déjame llevarla. Despreocúpate: Yo me encargaré de resolver sus problemas. Puede que de todos modos no terminen siendo lo que tú esperabas que fueran, pues mucho depende de lo que ellos decidan. Pero nunca está de más orar por ellos. Si eres fiel y constante en la oración, tendrás la certeza de haber hecho todo lo que podías por ayudarlos.

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